Si un mar separa continentes ...


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miércoles, 27 de mayo de 2009

Microrrelatos ganadores del tercer trimestre

Entonces comprendió que aquello podía durar dos días y, sin pensarlo dos veces, fue en busca de la tabla de surf y se lanzó a la mar en busca de la gran ola, la soñada por todos los surferos y que sólo aparece una vez en la vida. Tarde nublada y oscura, viento silencioso que atraviesa como una flecha los grandes huecos que quedan entre los callados de la playa. Caminó silencioso con sus pensamientos y se metió a bogar. El agua estaba fría, muy fría y dejaba en la boca entumecida de aquel hombre sereno un aliento frío como el hielo. Eso no importa, lo que tiene metido en la cabeza, su único pensamiento en ese momento, le da calor y fuerza para seguir. El tiempo pasa lento mientras espera la serie de olas y cuando llega … ¡Oh, Dios mío! ¡qué ola! Viene majestuosa desde el horizonte, como una montaña andante. Se acerca, la ve, la boga, coge velocidad y ya está subido en la tabla. Se ve al hombre bajando la montaña, experimentando todas las sensaciones del mundo.
Ahora lo veo allí, dos días después, encima de esa camilla, con una cara que no parece reflejar una muerte espantosa, sino el fin de un objetivo personal. Se va la ambulancia, sin prisa, dejando atrás la mar en calma que con su brillo e inmensidad despedía al surfero que hasta el fin la vivió.

Asarel Carmelo Delgado Suárez, 1.º A Bachillerato




Las compañeras de trabajo de Antonia la miraban compasivamente cuando su jefe le estaba echando una bronca porque le había traído la comida con una cucharada dentro, y lo peor es que ya le había dado un mordisco al pobre animalito. Cuando se dio cuenta, le dijo que la iba a despedir.
A los tres días ya se había ido, pero no sin antes amenazar a su ex jefe, Luis, que vivía en una casa de 20 metros cuadrados. Allí se había cumplido la amenaza de Antonia, pues estuvo encerrado con miles de cucarachas sin poder salir, ni pedir ayuda, y sin otra cosa que llevarse a la boca que a esos pobres animalillos.

Abel Hernández Jimeno, 4.º X





Luis pasó la Nochebuena sin acostarse, porque tuvo que ayudar a su esposa a repartir los regalos vestido de Papá Noel. Dejaron muchos regalos a quienes se portaron bien y a los otros, carbón. Cuando terminaron, a las 7 de la mañana, se dieron cuenta de que tenían las listas al revés y que les habían regalado a los niños que se portaban mal y a los otros carbón, por lo que se lo dijeron a los Reyes Magos para que les dieran sus merecidos regalos en la noche de Reyes.

Carlos Ledesma Díaz, 1.º B ESO

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