Si un mar separa continentes ...


Nuestra biblioteca

domingo, 18 de octubre de 2009

Cada semana un cuento, cada semana un poema

Iniciamos esta sección en nuestro blog en la que podrás encontrar cada semana un cuento o un relato breve y un poema de diferentes autores de la literatura universal. Comenzamos con un breve relato, Espiral, de Enrique Anderson Imbert, escritor argentino especialista en este género y con un poema de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, Cosas sencillas. Esperemos que te gusten. No dejes de visitar cada semana nuestro blog. También podrás leer los textos cada semana en la entrada de nuestra biblioteca.


Espiral
Enrique Anderson Imbert


Regresé a casa en la madrugada, cayéndome de sueño. Al entrar, todo obscuro. Para no despertar a nadie avancé de puntillas y llegué a la escalera de caracol que conducía a mi cuarto. Apenas puse el pie en el primer escalón dudé de si ésa era mi casa o una casa idéntica a la mía. Y mientras subía temí que otro muchacho, igual a mí, estuviera durmiendo en mi cuarto y acaso soñándome en el acto mismo de subir por la escalera de caracol. Di la última vuelta, abrí la puerta y allí estaba él, o yo, todo iluminado de Luna, sentado en la cama, con los ojos bien abiertos. Nos quedamos un instante mirándonos de hito en hito. Nos sonreímos. Sentí que la sonrisa de él era la que también me pesaba en la boca: como en un espejo, uno de los dos era falaz. «¿Quién sueña con quién?», exclamó uno de nosotros, o quizá ambos simultáneamente. En ese momento oímos ruidos de pasos en la escalera de caracol: de un salto nos metimos uno en otro y así fundidos nos pusimos a soñar al que venía subiendo, que era yo otra vez.


Cosas sencillas
Gioconda Belli


Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo
y quisiera besos en la espalda,
acurrucos;
que me dijeras las más grandes verdades
o las más grandes mentiras,
que me dijeras por ejemplo
que soy la mujer más linda del mundo,
que me quieres mucho,
cosas así
tan sencillas,
tan repetidas,
que me delinearas el rostro
y te quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran
alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo,
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero como una gran ola de ternura,
deshaciéndome,
un ruido de caracol,
un cardumen de peces en la boca,
algo de eso,
frágil y desnudo
como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana
o simplemente una semilla, un árbol,
un poco de hierba,
una caricia que me haga olvidar
el paso del tiempo,
la guerra,
los peligros de la muerte.

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